miércoles, 12 de marzo de 2014

MIS REFLEXIONES SOBRE EL DIVORCIO

Debo compartir que soy una mujer divorciada.  Por tanto, he  vivido el proceso que implica llegar a la condición de divorciada en el sentido de romper el vínculo jurídico que se crea al  realizar el acto civil del matrimonio.

Actualmente, las mujeres y los hombres hemos  aprendido a aceptar que el amor es eterno mientras dure,  que  en la vida se produce cambios, y  seguramente el  matrimonio   cada vez más está dejando de ser  el paradigma de  “unidos para siempre”. Por eso pienso que  saber divorciarse en un marco  de armonía y conciliación es un  signo de gran  sabiduría y de acertiva  actitud ante la vida misma.     

Por haber tenido varias amigas y amigos que vivieron ese proceso, y por mi propia experiencia,   puedo decir que no creo que se pueda hablar de qué es lo más importante, ya que hay varias cosas de igual relevancia. En ese listado se puede mencionar, por ejemplo,  la  importancia de la convicción de las dos partes de que poner fin a la unión es lo más indicado, como se diría, el mal necesario bien asumido por ambas partes, eso es de primordial incidencia a la hora de los papeles.

En este catálogo  referente a la mutua convicción,  que es lo ideal,  entrará el tema de los hijos e hijas, y  el efecto que tendrá sobre  cada uno de los cónyuges el desprendimiento no solo de la pareja  en sí misma, sino  también el impacto  en  cada uno de los hijos e hijas, ya que uno de los progenitores estará ausente.  Alguien va a faltar en casa.  Y en cuanto al  factor dinero, se ha dicho y con mucha razón,  que el divorcio empobrece, porque se hace la división de una sociedad de bienes que en su conjunto  tiene  un  valor adquisitivo mayor,  el  que al dividirse desciende  en forma  tangible,  y además, pública.  Y eso que hay que tener en cuenta, que muchas  veces quien tiene el manejo del dinero, que generalmente es el marido,  enajena parte de los bienes antes de la iniciación del proceso de divorcio. A veces, con suerte,  la mujer se queda con la casa familiar,  especialmente porque ella queda con los hijos, pero luego  viene la lucha por la prestación de alimentos que por lo general, es una batalla interminable.

Aun así con toda su implicancia,  coincido plenamente con varias personas, de que “divorciarse es un acto de honestidad”, que se debe explicar claramente a los hijos,  quienes talvez no entenderán cuando sean muy pequeños, pero más tarde comprenderán y hasta estarán orgullosos de este acto de sinceridad de sus progenitores.  Sin duda, el divorcio puede ser un acto muy doloroso,  pero de algunas de las partes o de ambas implica una clara expresión de sinceramiento,  que  conducirá a  la libertad personal que conducirá hacia nuevos horizontes. 

He oído opiniones sobre   matrimonios aparentemente bien avenidos , con hijos con problemas  de diversa índole, y he podido observar hijos de divorciados,  como es el caso de mi hija,  equilibrados y con capacidad de enfrentar y manejar las dificultades,  supera los obstáculos. Honestamente opino que decir que los hijos de divorciados “no salen bien” es una falacia.   


Como afirmó alguna vez  Mme Sarkozy, la ex Primera Dama de Francia, “un día  la pareja ya no es la  cosa más esencial de tu vida, que la pareja ya no funciona “,  pero al mismo tiempo se descubre   que la vida continua , y  que la felicidad también se realiza sin pareja o con otra pareja,  y entonces  se debe ser  tener el valor de la  honestidad  y vivir esa realidad, que es parte de la vida misma en su continuo movimiento.  Las vidas de la Vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario